La digitalización de la colección completa de El cuento es un magnífico ejemplo del uso de la tecnología moderna para el rescate y difusión de las publicaciones que conforman el patrimonio cultural de nuestro país. La revista El cuento abarcó seis décadas, desde 1939 hasta 1999, con algunas interrupciones, convirtiéndose en una parte muy significativa de la historia editorial mexicana. Por su misma extensión en el tiempo y su naturaleza de publicación periódica en fascículos, es prácticamente imposible que en la actualidad alguien posea una colección completa de toda la obra, con alguna alguna eventual excepción perdida en alguna biblioteca que confirme la regla. Por lo mismo, esta magnífica colección se hallaba inaccesible para el público y era imposible verla en forma integral, sistemática y ordenada. Su impresión en papel económico y por lo mismo quebradizo –como muchas otras de su época en todo el mundo– la condena a su desaparición total en unos cuantos años más. Innumerables autores famosos formaron en su momento parte de El cuento en su versión impresa. Varios obtuvieron antes o después un premio Nobel: Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Anatole France, Rudyard Kipling, Selma Lagerlöf, Rabindranath Tagore, Jacinto Benavente, Thomas Mann, Pär Lagerkvist, Aleksandr Solyenitsyn, Heinrich Böll, Elías Canetti, por nombrar algunos. Otros más, formidables plumas de las letras en Español provenientes de casi todos los países de América Latina, como Juan Rulfo, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Augusto Monterroso o José de la Colina. Clásicos de la literatura universal como Oscar Wilde, Robert Louis Stevenson, Ray Bradbury, Isaac Asimov, Mark Twain, Homero y Ovidio. Entonces jóvenes plumas que después se volverían famosas, como Tomás Mojarro o Manú Dornbierer. Muchos cuentistas desconocidos no por ello menos talentosos. Cuentistas espontáneos salidos del permanente concurso de la revista. Y por supuesto, la pluma siempre dinámica de Edmundo Valadés, el gran impulsor y defensor del género del cuento y la minificción. Empero, esta versión no se trata del rescate de “letras muertas”. Un gran número de personas sigue hoy en día interesada en la revista, ya que marcó sin duda todo un hito en la literatura en su género en castellano. Estudiosos del tema, historiadores, literatos, académicos y en general amantes de los cuentos la siguen buscando, pues sigue siendo material de interés para muchos tipos de personas. Hasta ahora, ellos se enfrentaban al problema de encontrar solo fragmentos de los cuentos y los fascículos, o simples referencias a los mismos, y en el mejor de los casos algunas transcripciones modernas de aquellos cuentos, con las subsecuentes
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